ESTACIONES DEL AÑO

Las estaciones del año varían su inicio porque el año civil dura 365 o 366 días, mientras que el año astronómico o trópico dura 365, 2422 días.

Como el año bisiesto dura más que el astronómico, después de un año bisiesto, las estaciones empiezan antes. Luego, con cada año no bisiesto, las estaciones retrasan su inicio unas 6 horas, de modo que en los 3 años no bisiestos, retrasan su inicio 18 horas, hasta que un nuevo año bisiesto, devuelve su inicio casi al momento de empezar el ciclo.

Las estaciones del año se deben a la inclinación del eje del giro de la Tierra respecto al plano de su órbita respecto al Sol, hace que algunas zonas del planeta reciban distinta cantidad de luz solar según la época del año, debido a la duración del día y con distinta intensidad según la inclinación del Sol sobre el horizonte, ya que la luz debe atravesar más o menos la atmósfera.

Las estaciones no tienen la misma duración, ya que la órbita de la Tierra es elíptica y recorre su trayectoria alrededor del Sol con una variación variable. Va más deprisa cuanto más cerca está del Sol y más lento cuanto más alejada está.

El rigor de las estaciones de cada hemisferio tampoco depende de la distancia al Sol. Como el hemisferio norte tiene más superficie sólida que el hemisferio sur, cuando es verano en el norte, la superficie se calienta más rápido y remite el calor a la atmósfera, generando temperaturas más altas. En cambio, como el hemisferio sur tiene una superficie cubierta con mayor cantidad de agua, en el verano del hemisferio sur proveniente del Sol, es absorbido por el agua de los océanos y es remitido a la atmósfera más lentamente, por lo que la temperatura alcanzada es menos elevada que en los veranos del hemisferio norte. Durante el invierno ocurre algo similar.

Cada 6 meses la situación se invierte.

Dependiendo de la latitud y la altura, los cambios meteorológicos a lo largo del año pueden ser mínimos, como en las zonas tropicales bajas, o máximos, como en las zonas de latitudes medias, las cuatro estaciones son: primavera, verano, otoño, invierno. En estas zonas se pueden distinguir períodos con características parecidas que afectan a los seres vivos. Aunque hay zonas de la Tierra que existen sólo dos; la húmeda y la seca (zonas monzónicas).

Nos basaremos en el método meteorológico, que se basa en los acontecimientos climáticos, sobre todo en la temperatura y la precipitación, para ofrecer los consejos para tu cabello.

La esencia de un cabello bonito es un cuero cabelludo sano, saludable, que se mueva, no esté rígido, eso indica tensión, estrés. Éste produce más grasa y sebo que otras zonas de la piel. No es suficiente con lavarlo, debemos usar productos específicos para controlar los problemas que tengamos en ese momento, sea en el cuero cabelludo y/o en el cabello. Exfoliaremos, limpiaremos, hidrataremos y usaremos el tratamiento que necesitemos en cuestión el tiempo que nos sea necesario.

Los daños medioambientales también lo afecta. Los problemas capilares suelen producirse por un desequilibrio en el cuero cabelludo: erupciones, sensibilidad, rojeces, textura dura, exceso de sequedad o de grasa, o caída… ninguno es nada bueno para nuestra melena ni para nosotros.

La alimentación es muy importante, debe ser equilibrada para que no nos falten los nutrientes necesarios para todos los órganos de nuestro cuerpo.

Debemos reducir el estrés: aumenta los niveles de cortisol y, por esta causa, la producción en exceso de sebo.

Las personas que padecen psoriasis y caspa se les hace más grave con el estrés.

Si en el cuero cabelludo tenemos alguna alteración, debemos acudir al dermatólogo o médico especialista y que nos diagnostique cual es el problema y cómo ponerle solución, los productos, rutinas y cosas que no debemos de hacer. Debe descartar que provenga de alguna enfermedad. Si es algo que ocurre de vez en cuando o, incluso una sola vez, sea un corto o largo tiempo, usa productos específicos según el problema a tratar, que te aconsejen en una tienda especializada o una buena consejera y sigue las rutinas, que te marque los pasos y conseguirás controlar eso que te preocupa. Si fuera necesario, porque tienes dos problemas distintos, uno en raíz y otro en medios y puntas, usa un producto en la raíz y otro en el resto del cabello, ambos sólo con movimientos suaves circulares, sin frotar, ni rascar. El agua acuérdate de que tiene que ser templada, nunca caliente, el problema lo pronunciarás más.

Los productos deben ser sin siliconas, por lo menos elige las que sean solubles en agua y NO las que no lo son, sin sales, sin alcoholes y sin sulfatos, puedes excluir también los que lleven colorantes (deben ser transparentes). Este tipo de productos cuidan el cabello con profundidad ya que no arrastran nada de lo que el cabello necesita, ni los tratamientos que se hacen de hidratación, reparación, fuerza, anticaída, reconstrucción, como los alisados o permanentes, ya que respetan la fibra capilar. Pueden ser usados en todo tipo de cabellos, pero debemos tener en cuenta que si queremos algo más que el cabello limpio y brillante, deberemos aportarle nutrición para darle suavidad, hidratación para aportarle disciplina, reconstrucción para controlar la rotura.